SI HAY VACÍO, LA LUNA LLENA

Cuando hay luna llena me doy cuenta enseguida, más por lunática que por astrónoma. Lo noto, aunque no la vea. En esos días me siento más inquieta de lo normal. Traigo, como diría mi abuela, “pulgas en la cola”, porque no paro e incluso hasta el dormir me cuesta. Algunas lunas llenas significan para mí noches de insomnio.

No sé ustedes, pero yo tengo una extraña fascinación por la luna. Siento que cuando me conecto con ella contacto con mis emociones, y eso me ha pasado desde siempre. Con decirles que, hace algunas décadas, dos para ser exacta, denominé a mi empresa de alto diseño de accesorios decorativos “Lunatika”. Esa fue una gran etapa de renacimiento y éxito en todos los aspectos. Éramos imparables y nuestra bandera era la luna. Pero todo son ciclos, y Lunátika cumplió el suyo, me costó mucho despedirme de ella, porque marcó mi vida, aunque también pienso que hay que vaciarse para los nuevos comienzos. Hasta hoy algunas personas me saludan con un ¡Hola Lunátika!

Entre la luna y yo existe un fuerte vínculo, ella me acompaña y  me recuerda que esté en la fase que esté, siempre estoy completa. Se me hace bellísima, siento magia cuando la veo, siempre llena de luz, luz que ilumina vidas.

Selenofilia. La explicación a la fascinación por la luna

Tonto el que no entienda, cuenta una leyenda, que si eres como yo, de los que tiene los pies en el suelo pero los ojos en la luna, de los que disfruta las noches en las que está llena y todos sus ciclos, y puedes pasar horas observándola, o si coleccionas cantos donde la mencionan y la piel se te eriza, si te da paz y si te enamoras aún más bajo su luz, si alguna vez te refugiaste en ella y le reclamaste los besos no dados, si te lleva a viajar al centro de tus emociones, si haces algún conjuro en alguna de sus fases y no sabías que esto tenía un nombre, eres bienvenido a nuestro mundo, se llama Selenofilia y tú eres un selenófilo.

Así como existen lunas nuevas y lunas llenas, también hay fobias y filias, lo cual sería su antónimo. Las filias son atracción, locura o amor por un objeto, acción o persona. Para los que jamás hemos escuchado sobre este término, significa “atracción hacia la luna”. Viene del griego “Selene”, Luna y “philia”, amor.

¿Qué es lo que tienes  luna, que nos fascinas desde todos los tiempos?

Nuestro satélite siempre ha atraído al ser humano: la luna es la reina de la noche, no son pocos los artistas que la han visto así. Ha estado llena de misterio y ha inspirado a la veneración religiosa, a los mitos y a las supersticiones, algunas que aún siguen vigentes. En la antigüedad, todos los calendarios eran lunares y han sido fundamentales para la medición del tiempo y para predecir el futuro. La luna siempre ha sido un elemento mágico. La luna ha condicionado durante generaciones los quehaceres del ser humano. Desde podar una planta hasta quedar embarazada, las creencias de nuestros antepasados han conseguido sobrevivir a los años para ahora convivir con la ciencia.

Opuesta al sol y algo siniestra, muchas culturas han relacionado la luna con aquelarres y bestias antropomorfas y peludas.

Con respecto a esto último, se piensa que en función de la fase que esté la luna nos crecerá más rápido el cabello, al igual que en otras fases se caerá más. De ahí viene el mito del hombre lobo y su transformación en noches de luna llena aúlla y adquiere todas sus peculiaridades, entre ellas las peludas y, evidentemente, busca carne humana. Se dice de la luna llena que provoca euforia y alegría. Se cree que se producen más partos y más accidentes.

De la luna menguante, que es un tiempo de depuración y limpieza.

De la luna nueva, es momento de inestabilidad e incertidumbre.

Y de la luna creciente, que da lugar al crecimiento y ascenso.

Todo esto que les comparto es solo para manifestar la importancia de su fuerza, que va más allá de solo aparecer en mitos y leyendas. 

¿Será que la luna sí influye en el ser humano?

Aunque todos estamos de acuerdo en que la luna llena no puede transformar a las personas en hombres lobo, es bien sabido que es capaz de influir sobre las mareas, y esto es un hecho científicamente comprobado.

Las mareas son un efecto de la fuerza de atracción que ejerce la luna sobre la tierra. Debido al movimiento de traslación de la Tierra se genera una fuerza centrífuga, que ocasiona que las cosas tiendan a irse hacia fuera. Además, como la luna gira alrededor de la Tierra, esta ejerce una atracción sobre el océano y, al combinar estas fuerzas, el nivel del agua sube y se producen las mareas. Si esto produce en los océanos, seguro que algo debe repercutir en los humanos, que somos 60% agua.

Luna y Mujer, ambas somos femeninas, cíclicas y dadoras de vida

El cuerpo de la mujer y el ciclo femenino están conectados con la luna. Existe una relación íntima que nos ayuda a comprender nuestros periodos. En la naturaleza los ciclos se repiten una y otra vez, como un ritual, y la luna también los tiene y ambos tienen una misma duración. Son veintiocho días en los que va cambiando su forma y su energía. Según la astrología y conocimientos ancestrales, la energía de la luna tiene relación estrecha con el ciclo femenino de la ovulación también de veintiocho días. Hace algún tiempo, nos contaban historias explicando el vínculo entre la mujer con la naturaleza. Así que desde bien pequeñas, las niñas teníamos otra comprensión de nosotras mismas, de nuestro cuerpo, y de nuestra menstruación, la entendíamos como algo sagrado.

Inspirados por la luna

La luna es el satélite más grande de nuestro planeta, es el más sencillo y el más barato, porque de entrada para verla no necesitas ningún instrumento científico, solo un par de ojos y la manera en que nos mira está cambiando continuamente. Si la observamos en todos sus ciclos, es una manera fascinante y fácil de familiarizarnos con la cadencia de los cambios del cielo.

Allá colgada, la luna nos fascina y de mil maneras se enredada en nosotros, nos acaricia, nos cobija y su resplandor hace que abramos los ojos a nuestro interior.

Y un último detalle dedicado a los fervorosos “lunáticos”:

La Luna es 400 veces más pequeña que el Sol, pero está 400 veces más cerca, por ello, parecieran del mismo tamaño, lo que permite que se den fenómenos como los eclipses.

Así que, pasemos por alto los prejuicios, dejemos volar nuestra mente y abramos nuestras emociones… A fin de cuentas, todos necesitamos alguna vez un cómplice, alguien que nos ayude a usar nuestro corazón, como dice Benedietti.

Sigamos tomando a la luna a cucharadas o como cápsula cada dos horas, y pongamos una hoja tierna de luna debajo de la almohada para mirar lo que cada quien quiera ver…

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